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A veces hay que caminar cuesta arriba. Hay momentos en que la carga se hace pesada, en que el presente, en mil formas, me lleva a dudar: ya sea a través de exámenes, dificultades en el trabajo, relaciones humanas que se complican… Entonces es el tiempo abonado para la duda o incluso para la rendición. «Ya no puedo más», «esto es una porquería…» «qué forma de perder el tiempo…», «yo no valgo para esto…» Un rosario de autocríticas y lamentos me viene a los labios y al corazón. Tal vez tengo que aprender que, cuando la vida se haga dura, cuando me pesen las situaciones, cuando me vea agotado, cuando me aceche el fracaso, todavía puedo volverme a Dios, y pedirle: «dame fuerza, Señor».

Fuente: pastoralsj.org